Decía Goethe:

«Hablar es una necesidad, escuchar es un arte»

Y no puedo estar más de acuerdo con él. Y para demostrártelo solo debemos hacer un pequeño ejercicio.

Imagínate como la persona que inicia una conversación, es decir, eres el emisor. Entonces como emisor ¿qué esperas?

  • Que la otra persona, el receptor, esté atento a lo que tu tengas que decir,
  • Por su puesto que no pierda ningún detalle de lo que le estás contando.
  • Quieres que te escuche desde el principio hasta el final con toda atención.
  • Deseas que comprenda lo que le estás contado.
  • Esperas que sienta empatía con lo que le dices y contigo.
  • Quieres sentir que te está escuchando.
  • Quieres sentir que te está comprendiendo.

Podrías pensar que estos siete puntos son la misma cosa, pero son pasos diferentes.

Fíjate, dos personas mirándose la una a la otra; una de ellas está impasible pero sin perder de vista la mirada del que habla. En esta situación: ¿sentirías que te están escuchando a pesar de mirarte fijamente?

Otro ejemplo una persona escucha atentamente y en mitad de la conversación se acuerda de algo y te corta para decirlo. ¿Sentirías empatía hacia esa persona?

Uno más, la persona escucha de principio a fin pero al hacer una pregunta, sobre el tema, esta no tiene ninguna relación con lo que hablabas. ¿Te sentirías comprendido?

El receptor lleva la mayor parte del trabajo en una comunicación. De su trabajo depende que el emisor se sienta escuchado y que note que le comprenden, todo lo cual lleva a la empatía. Es decir el emisor se encuentra satisfecho, conforme y feliz.

Después de todo esto no me queda más que decir que: «Que razón tenía Goethe».

Mury, un beso.

En BISNIS tenemos cursos que enseñan al receptor el arte de escuchar.