Los griegos nos dieron la palabra «Emphateia», empatía.
La definieron como:
«Sentir afecto desde dentro»
La empatía es tan nuestra como nuestras manos, el sexo o las necesidades fisiológicas. De hecho existe una regla que muestra el concepto de empatía, tan antigua y universal, que ha sido bautizada como la regla de oro:
«Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti»
Fue encontrada por primera vez en un papiro del Egipcio Medio conocido como «La Historia del campesino elocuente».
Esta norma moral se encuentra con diferentes formulas, en textos religiosos, filosóficos y sociales, que vienen a expresar lo mismo: me puedo poner en tu lugar, comprender lo que te sucede y como lo quiero para mi también lo quiero para ti.
Eso es empatía, o como lo define la RAE:
» Identificación afectiva y mental de un sujeto con el estado de ánimo de otro»
Yo iría más allá y añadiría su situación (social, laboral, familiar o personal) es decir: Identificación afectiva y mental de un sujeto con la situación que provoca su estado de ánimo.
Gandhi lo expresó muy bien:
«Las tres cuartas partes de las miserias y malos extendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendiera su punto de vista»
Sin embargo parece que todos estos ejemplo van destinados a entender los estados de ánimos, que la sicología ha denominado, negativos: pena, compasión, stress, enfado…
Y nada más lejos de la verdad, la alegría, el entusiasmo, la positividad producen tanta empatía como cualquier otra situación.
Fíjate, llega un amigo, le ves feliz y te cuenta que en el trabajo le han reconocido la dedicación que ha mostrado con la empresa, su evolución y los buenos resultados así que se merece un ascenso, una gratificación y una subida de sueldo. ¿Acaso no te alegras?, sí, claro que sí y le felicitas y hasta os vais a tomar algo para celebrarlo.
Te pones en sus zapatos, sientes afecto desde dentro, te identificas mental y afectivamente con él, quieres para él lo mismo que querrías para ti, en definitiva le comprendes y eso es empatía.
Mury, un beso.